domingo, 10 de junio de 2018

10º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

1.- LOS CRISTIANOS TENEMOS DOS FAMILIAS:

1.1.- En primer lugar la familia en la que nacemos:
Este jueves, el semanario Alfa y Omega cuenta el testimonio de Emilio y Choni, padres de dos hijos, que van a celebrar sus bodas de plata, 25 años de matrimonio.
“Un secreto para nuestra estabilidad es el sentido del humor, porque es necesario quitarle importancia a las cosas que no la tienen, eso ayuda a que la convivencia sea más agradable. Además, siguiendo el consejo de un sacerdote, no nos hemos acostado ningún día enfadados. Total, si al final hay que desenfadarse, cuanto antes mejor. «Hemos rezado juntos, hemos dialogado mucho juntos en presencia de Dios, hemos estado disponibles para Él cuando ha sido necesario, y hemos intentado descubrir su voluntad sobre nuestra familia en cada momento. Nuestro objetivo es la santidad, y nos sentimos uno ayuda y apoyo para el otro, y así alcanzar juntos este fin, siempre con la ayuda de Dios... ¡Y esperamos que esto siga así otros 25 años!»
Tener unos padres que se quieren. Una familia donde hay amor y unidad es muy importante para la felicidad y para la vida cristiana.
La imagen puede contener: una o varias personas y texto2.2.- Pero los cristianos tenemos otra familia que es “FAMILIA DE FAMILIAS”. Es la Iglesia. El Evangelio de hoy nos dice:
“La gente le dijo: «Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan». Él les pregunta: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?». Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice: «Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre». 
Nosotros tenemos la suerte de pertenecer a la familia de Jesús. Lo somos cuando escuchamos y cumplimos la Palabra de Dios. Somos ahora “su madre y sus hermanos”.

2.- LA PALABRA DE DIOS DE ESTE DOMINGO NOS HABLA DEL PECADO, DEL MAL Y DEL DIABLO

2.1.- La primera lectura del libro del Génesis nos habla del Primer pecado de Adán y Eva. El pecado original supone la ruptura de la armonía entre Dios y los hombres, entre el hombre y la mujer y dentro del corazón del ser humano. El pecado nos lleva a la división, al rencor y a la amargura del corazón. El camino de la felicidad es el amor: tanto a Dios como a los demás.

2.2.- En el Evangelio acusan a Jesús de tener “dentro a Belzebú y expulsar a los demonios con el poder del jefe de los demonios”. 
Pero Jesús expulsa a los demonios con el poder Espíritu Santo. Jesús luchaba contra el mal, contra los malos espíritus, por amor a las personas, porque no podía ver sufrir a las personas sin hacer nada para liberarlas del sufrimiento y del dolor. 
El papa Francisco en la Exhortación “Gaudete et exsultate” sobre la santidad nos invita a tener cuidado con el diablo. Nos dice el papa: “no pensemos que es un mito, una representación, un símbolo, una figura o una idea. Ese engaño nos lleva a bajar los brazos, a descuidarnos y a quedar más expuestos. Él no necesita poseernos. Nos envenena con el odio, con la tristeza, con la envidia, con los vicios. Y así, mientras nosotros bajamos la guardia, él aprovecha para destruir nuestra vida, nuestras familias y nuestras comunidades…”

3.- CONCLUSIONES

3.1.- Damos gracias a Dios por pertenecer a una familia. Por nuestros padres, hermanos, abuelos… Que sepamos convivir usando como aconseja el papa Francisco tres palabras: “Gracias”, “Perdón” y “Por favor”.

3.2.- Debemos sentirnos orgullosos de formar parte de la Iglesia, la familia de Jesús. El papa Francisco nos ha presentado a la Iglesia como familia de Dios. Y nos pregunta: “¿Amas la Iglesia? ¿Oras por ella? ¿Te sientes parte de esta familia? ¿Qué haces para que todos se sientan escuchados y comprendidos?”.

3.3.- No nos dejemos arrastrar por el mal y por el pecado. Tenemos que ser siempre sembradores del bien y del amor como hizo Jesús. Sólo seremos felices apostando por el amor y el bien en nuestra vida diaria. Así nos lo recuerda este poema de José María Pemán.

“Quiero hacer bien en mi vida
para sentir en mi pecho
esa dulzura escondida
que engendra la indefinida
satisfacción del bien hecho.

Que es verdad que, aunque hay quien
nunca logrará entenderlo,
hay un goce en hacer el bien
por solo el goce de hacerlo.

Y es que al que siembra este suelo
de rosales, de poesía,
de esperanza, de alegría
de fortaleza y consuelo,
y el que da a sus hemanos

rosa de consejos sanos,
y palabras bondadosas...
¡siempre le queda en las manos
algún perfume de rosas!

Siento en mi pecho bullir
ansias de amar con fervor...
¡que quien no derrocha amor
no sabe lo que es vivir!...

Y al fin rendido quisiera
poder decir cuando muera:
Señor, yo no traigo nada
de cuanto tu amor me diera
¡todo lo dejé en la arada
en tiempos de sementera!”

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